Solemos subestimar situaciones que nos son ajenas, que no nos afectan directamente. Últimamente he visto interrogantes entre la comunidad universitaria cuestionando si el otro hace o no hace, si participa o no y hasta invalidando los aportes que realizan los demás. La verdad es que muy pocas veces se piensa en la condición de vida del vecino, por lo que no logramos entender que los otros no tienen la misma oportunidad de participación frente a diferentes situaciones que la nuestra.
En momentos tan delicados como los que está atravesando nuestro país, es importante permitirnos sentir. Si bien hay muchas personas que están pasando por situaciones mucho más complicadas que la nuestra, eso no debe invalidar nuestras propias emociones. Pero hay que tener precaución con lo que hacemos dependiendo de la emoción que sentimos. Es decir, el que nos sintamos de cierta manera no nos da el derecho de vulnerar al otro.
He de hablar de una situación que conozco de primera mano, la mía. ¿Cómo creen ustedes que ha vivido esta situación de paro una persona que reside en Bogotá, estrato 3, homosexual, con familia Uribista y policías en la misma? Pues no ha sido nada fácil.
Para empezar, nada ha sido fácil desde que en casa se supo que era homosexual. Mi familia conservadora y derechista no lo tomó muy bien. De hecho, asumieron que era una ofensa personal. Tuvieron que pasar varios años para que mi sexualidad fuera respetada en mi núcleo familiar, pero aún después de 14 años, no lo he logrado con el resto de mi familia.
Así que por supuesto yo, mujer homosexual parte de una familia machista (donde irónicamente las mujeres son mil veces más machistas que los hombres) e izquierdista y estudiante de universidad pública, en una familia de uribistas... por supuesto que no ha sido una tarea placentera relacionarme con ellos.
Desde los 20 años dejé de asistir a reuniones familiares para evitar momentos incómodos con ellos, irónicamente no por mi sino porque no quería arruinar sus encuentros. Ser tan condescendiente me trajo muchos inconvenientes personales, por lo que, durante este paro, decidí ponerle un final a eso. Mil veces perdoné y excusé comentarios homofóbicos, machistas y uribistas. Siempre ofensas dirigidas hacia a mí, mis amigos o mi pareja.
Entonces, desde el 28 de abril del 2021 te levantas, ves noticias de la noche anterior donde mataron a varias personas, torturaron y lastimaron a otras tantas y hasta violaron mujeres... todos crímenes cometidos por el estado. Tu familia ve esto y excusa estos hechos. Y más allá de excusarlos, se burlan de la situación y dicen que las personas que están sufriendo todos estos vejámenes lo merecen por ser de izquierda, por reclamar lo que por derecho les pertenece.
Te dicen que no se debe “adorar” a un político (son Uribistas de closet), que eres un estúpido por creer en las noticias falsas donde la policía hiere o mata a su propio pueblo, que no es verdad que los políticos en el poder sean corruptos... Y todos los días te vas llenando la cabeza de esto, que por supuesto es veneno, que tu mente rechaza y no construye sino destruye cosas dentro de ti. En pandemia todo se hace mucho peor. No hay escape, debes vivir ahí las 24/7.
Decidí después de un par de semanas de esta repetida situación romper lazos definitivamente con el 90% de mis tíos y tías por mi salud mental. Por supuesto, como siempre, lo tomaron como un ataque personal.
Para ser honesta, me he sentido mucho mejor, alejarme me ha permitido ver las cosas desde una perspectiva diferente pues por fin he logrado despejar mi mente. Esta situación también me ha permitido perdonar y entender de cierta manera el pensamiento radical de mis padres, por lo que aun amándolos con mi ser entero he decidido independizarme. Además, m pareja y yo decidimos casarnos a fin de año, lo que trae a mi vida mucha felicidad.
Es por esto que llego a pensar que muchas de las cosas de la vida pueden llegar a tener 2 caras y a pesar de toda esta situación que aún me deja un muy mal sabor de boca, puedo decir que he sacado cosas buenas de ella para mi crecimiento personal. Depuré de mi vida gente con mentalidad asesina y violadora y nunca me he sentido mejor.
También aprendí a manejar mi tiempo en las redes sociales, así como a elegir qué cosas ver y qué cosas no ver para no cargarme de energía negativa en el día. Porque así quiera parar mi rutina diaria para apoyar el paro nacional, mi salud mental no me lo permite.
No quiero ser egoísta, muchas veces pienso en abandonar el país y otras muchas pienso que quedarme a luchar por él (luchando como educadora) vale la pena. Que, si bien la mayoría de la gente piensa solo en ella misma antes que en el bienestar de los otros, vale la pena intentarlo por las nuevas generaciones.
Mi situación es de las menos malas que hay en este momento, no por eso deja de ser importante y no por eso dejo de preocuparme por los demás.
No seamos indiferentes a lo que sucede con los otros, ayudemos en la medida de lo posible a quien se pueda y de la manera que se pueda. Los actos más pequeños de altruismo pueden significar todo en la vida de los otros y podemos dejar nuestra semilla de cambio en otras vidas.
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